Escrita por el catalán Jordi Galceran y dirigida por Ciro Zorzoli, El método Grönholm nos presenta cuatro personajes que deben atravesar diferentes pruebas para conseguir un importante puesto en una multinacional.
Desde el principio se nos muestra una sala amueblada con sillas, mesas y sillones minimalistas que nos dan la impresión de pertenecer a una empresa moderna y abierta a nuevas ideas. Puedo decir que Cecilia Zuvialde, diseñadora de escenografía, y Mauricio Moriconi, realizador de escenografía, lograron adelantarnos de lo que tratará la historia con solo mostrarnos los muebles. La multinacional obligará a los personajes a atravesar situaciones difíciles y embarazosas si desean obtener el tan ansiado puesto. Este método, poco común, de selección de personal lleva el nombre de la obra.

Los personajes Enrique (Benjamín Vicuña), Carlos (Julián Cabrera), Fernando (Rafael Ferro) y Mercedes (Laura Fernández) son profesionales ambiciosos, codiciosos y capaces de todo con tal de desarrollar su vida profesional. Tres de ellos han decidido dejar de lado sus familias y valores por ambición a un salario cuantioso. Esta falta de principios los llevará a competir entre sí en lo que es una gran crítica a los valores empresariales de hoy en día donde muchos empleados son capaces de todo con tal llenarse los bolsillos. Quienes logran captar el espíritu empresarial de los personajes son la diseñadora de vestuario, Amelia Coral y la vestidora, Sandra Aquilante, quienes nos presentan a los candidatos vestidos según su personalidad. Fernando usa un traje gris clásico, Carlos usa pantalón y remera negra con un blazer bordó que rompe con la estética tradicional, algo que se hará ver más tarde; Enrique lleva traje azul con camisa y corbata y zapatillas blancas, una forma de vestir elegante, pero cómoda, algo que lo hará resaltar del resto: Mercedes viste un traje rojo chillón, con pañuelo a juego, zapatos de tacón alto color marrón nude y una cartera del mismo color, una excelente representación de muchas mujeres de negocios de la actualidad. Incluso sus labios rojos y su coleta de caballo perfectamente peinada logra captar el aura de estructura, pero con amor a la moda flamobyant.
Toda la acción será visible gracias a las lámparas colgantes proporcionadas por Eli Sirlin. Gracias a esta podremos ver las diferentes interpretaciones de los actores donde destacará Laura Fernández, quién sorprendió a todos con sus habilidades de gimnasia sobre tacones, Benjamín Vicuña, cuya capacidad para hablar rápido y sus movimientos ágiles hicieron reír al público y Rafael Ferro, quien se ganó la risa de todos en la sala con sus frases en inglés y su obsesividad. El actor, famoso por representar villanos en dramas de televisión, logró dejarme con la boca abierta ante su talento de comediante. Dejando de lado los halagos, debo decir que la mayoría de los chistes no me hicieron reír. Creo que no es un humor para todos, a pesar de las excelentes actuaciones. Tampoco recomiendo ir a ver esta obra con niños, ya que cuenta con malas palabras a lo largo de toda la obra. Aun así, considero su trama extremadamente original y posee un final inesperado que derrocha creatividad por parte de Jordi. No por nada esta obra fue representada en varios países del mundo, incluida Alemania, Grecia, Bulgaria, Portugal, Rusia y Finlandia, y llevada al cine en el 2006 por el argentino Marcelo Piñeyro y actuada por Pablo Echarri, Najwa Nimri, Eduardo Fernández y Ernesto Alterio.
Personalmente, considero que haber logrado llenar una sala de teatro, y hacer reír a la mayoría de la audiencia desde los primeros diez segundos de la obra, es algo que solo se puede resumir en una palabra: talento. Recomiendo esta obra, aunque no se sientan solos si son los únicos en su familia o amigos en no reírse.
Belén Cantorna
