Se me cayó un ídolo. Si la historia descrita por Soman Chainani me había atrapado en el primer libro, en este me decepcionó terriblemente. Una trama demasiado densa, desde mi punto de vista, que me hizo pensar varias veces en dejarla inconclusa.

El segundo tomo de Escuela del bien y del mal retoma la narración donde la dejó. Las dos amigas sobrevivieron a los peligros de la escuela para héroes y villanos, vencieron al malvado director y volvieron a casa. Sophie descubre que su padre viudo se va a volver a casar y la idea de tener una madrastra y hermanastros le molesta. El único apoyo con el que cuenta es el de Ágatha quien, en secreto, duda si hizo mal en dejar el colegio de magia y a su novio por su amiga. Todo el volumen desarrollará el tema agregando nuevos personajes, misterios y plot twist. Hallé el conflicto sumamente original. Los celos en la amistad cuando se está en pareja y la falsa idea de que el verdadero amor solo se encuentra en vínculos románticos son cuestiones que no se ven muy a menudo en la ficción y que merecen exponerse.
Entonces, ¿qué salió mal? La acción, para mi gusto, es poca. Los personajes no se esfuerzan lo suficiente en develar los secretos. Pasan gran parte del tiempo pensando y sospechando, pero no confrontando a los sospechosos ni investigando por nuevos métodos. Los grandes descubrimientos se hacen en los últimos capítulos. Además, algunas de las intrigas del primer libro, y del comienzo de este, no se resuelven. Se menciona que la madre de Sophie, Vanessa, tuvo un triste pasado, pero no revela el enigma en ningún momento.
La relación entre Hort y Sophie, una de las razones por las que leí Escuela del bien y del mal: Un mundo sin príncipes, empeora aún más. En esta entrega, el muchacho odia a la ex bruja y, cuando ambos logran acercarse, la protagonista manipula y utiliza a su compañero, como había hecho en el primer tomo. Al terminar la lectura, busqué en Internet el desenvolvimiento de su conexión y encontré que no es hasta los últimos ejemplares que la joven comienza a tratar a su enamorado con respeto. Me resulta muy difícil considerar una vinculación saludable cuando una persona pasó varios años usando y maltratando a otra. La actitud hacia el ex pirata es tan denigrante, que mata cualquier deseo de que terminen juntos. Realmente, Hort se merece algo mejor.
Otro de mis descubrimientos fue que no es hasta el último volumen que se explica el enigma de Vanessa.
Como si no fuera poco, y retomando el problema de la toxicidad en las relaciones planteadas, el dulce príncipe Tedros se convierte en un novio celoso y posesivo que llega a amenazar la vida de su novia y su amiga en varias ocasiones. El ex héroe asegura que la única forma de tener un final feliz es recuperando a su amada y asesinando a Sophie, a pesar de los múltiples ruegos de Ágatha. Me gusta que los escritores creen personajes con dimensiones y que nos recuerden que las personas no son buenas o malas; pero este nivel de machismo me supera.
Sobre esto último, hay una clara intención del escritor de mostrar lo desastroso que puede ser el hembrismo y el machismo. Algo que me parece muy bueno en los momentos que vivimos. Aun así, la forma de desarrollarlo se torna demasiado evidente y tedioso con el pasar de las hojas. Al principio, como lectores, deseamos saber más sobre esta guerra entre los sexos pero, a medida que avanza el relato, queremos que se le dé lugar a otras cosas.
Como verán, este libro no me gustó. No lo recomiendo.
Belén Cantorna
