Siendo honesta, esperaba más de esta obra de Susan Dennard. Cuando visité la Feria del Libro en Buenos Aires, encontré varios ejemplares que llamaron mi atención. Los precios, producto de la constante inflación y la devaluación de la moneda argentina, llevaron a que muchas obras se ofertaran a un monto altísimo, La bruja de la vista no fue la excepción. Sin embargo, su sinopsis logró cautivarme y convencerme de que valdría la pena invertir mi dinero en esta historia de fantasía y romance.

De la mano de Editorial Hidra, se nos presenta el siguiente resumen en la contratapa del volumen:
“Las brujas de la vista son una antigua orden con la capacidad de ver el futuro. Recluidas en un convento, esperan el día en el que reciban la invitación de la diosa para ir al interior de la montaña, donde se les otorgará un don sagrado. Y de pronto, todas las hermanas con el poder de la visión son convocadas al interior de la montaña… y nunca vuelven. La única que no recibe la llamada es la joven Ryber, que también es la única de entre sus hermanas sin el poder de la visión, ahora solo ella puede salvarlas. En su viaje se encuentra al joven capitán Kullen Ikray, que no recuerda quién es ni cómo ha llegado hasta allí. Juntos entrarán en la montaña, cuyos túneles están repletos de misterios y horrores. Y lo que encuentren en ese lugar cambiará el destino de las Tierras Embrujadas para siempre”.
Suena seductor, ¿no? Pensando que hallaría un relato steampunk cargado de acción, personajes maravillosos y una historia de amor atrapante, comencé a leer este libro solo para llevarme una triste sorpresa.
La narración cuenta con una buena dosis de misterio, debo admitirlo, y el mundo que presenta es interesante; pero podemos ver poco de él, ya que se centra en el monasterio donde vive Ryber y apenas sale de sus alrededores.
La protagonista entra en la montaña en la página 110 y en la 126 conoce al capitán. Todo lo anterior carece de acción. Los personajes no son antipáticos, pero tampoco son entrañables. El romance es poco y no está bien desarrollado. En pocas horas se supone que Ryber y Kullen comienzan a enamorarse, algo muy poco creíble. Como si fuera poco, el final hace sentir que todo lo sufrido por la joven bruja no valió la pena, debido a que no consigue su objetivo principal.
Tampoco se da una buena conclusión a otro personaje de suma valía en la novela: Eridysi Gochienka. Esta muchacha también vive en la montaña junto a las hechiceras de la vista; pero, al igual que Ryber, no tiene el don de ver el futuro. Lo único que distancia a Eridysi y Ryber es el tiempo (la primera vivió miles de años antes que la segunda). Al pasar las hojas seguimos los lamentos y alegrías de Gochienka, mientras intenta dar fin a la opresión que sufre su pueblo a manos de unos terribles hechiceros. Esta trama suena interesante, pero apenas es abordada. A pesar de sus intentos por llevar la paz a sus tierras, no lo logra.
En fin, La bruja de la vista posee suspenso y fantasía, pero no la suficiente dosis de romance y acción que esperaba. Los personajes son olvidables y el libro no vale el precio al que se vende.
Le doy un tres de diez, siendo un seis aprobado en mi lista de valores.
Belén Cantorna
