La obra Los herederos: corazón de colibrí, estrenó en marzo de este año gracias a una coproducción entre el Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) y el Festival Buenos Aires Danza Contemporánea. Ahora, en el mes de julio y agosto, se encuentra en su primera temporada en el teatro El Galpón de Guevara. La dirección e interpretación está a cargo de Natalia Tencer, Cristián Jensen y Gulliver Market.

Los herederos: corazón de colibrí propone un recorrido donde los sonidos, movimientos y gestualidades repetitivas generan una polifonía, catalogando a la pieza de una forma de danza expresionista. Esto se percibe en el diseño de vestuario a cargo de Maru Tomé donde los colores llamativos contrastan, es así como el blanco es la base de cada intérprete y es acompañado por rojos, morados, verdes y brillos. Adicional a esto, el maquillaje de la mano de Juan Gasparini genera relieves entre dorados y azules, los cuales logran resaltarse con mayor intensidad gracias al diseño lumínico de Miguel Solowej. La escenografía es minimalista para generar mayor movimiento de los cuerpos en el espacio. Es decir, cuentan con algunas sillas, un telón en la parte derecha y un cuadro blanco; los objetos hacen parte del desarrollo de la trama y son usados para apoyar momentos de la pieza.
La obra empieza con la presentación de los tres personajes detrás de un gran cuadro blanco desde donde se da inicio al recorrido. Los intérpretes basan su espectáculo en la recurrente improvisación sonora y el desplazamiento físico. Se podría decir que hay una constante entre movimiento grupal, propuesta sonora, desplazamiento y una especie de solo interpretativo y/o dancístico para cada performer. Si bien, la pieza busca la expresividad al límite entre risas, gestos y onomatopeyas, es necesario plantearse cuál es la regla general de toda la exploración para lograr un incremento en el ritmo y, de esta manera, buscar el vértigo performativo. Esto puede permitir la aparición del conflicto y, por ende, generar matices en la misma interpretación/exploración de cada integrante del grupo. Es importante pensar en para qué y porqué surge cada nuevo juego -ya sea vocal o físico- y a partir de este pensar en acción/reacción para trascender la idea de ejercicio y generar una mayor comunicación y construcción escénica. Esto se señala porque hubo momentos de la pieza donde la intensidad de la propuesta era una y, desafortunadamente, no lograba compenetrar a todo el grupo o generar una renovación grupal, haciendo que muchas veces se volviera un lenguaje incomprensible para el propio elenco.
Uno de los momentos donde se logra mayor comunicación y acción-reacción entre cada integrante es la secuencia de cuadros, donde, en el proscenio y al costado izquierdo, el grupo logra generar imágenes visuales para luego proponer juegos -entre cómicos y dramáticos- con la construcción física de sus cuerpos. De pronto este momento de improvisación pueda representar un camino para replantearse la idea sobre la propuesta que da un compañero y la forma en que, como actriz o actor, respondo para generar un nuevo juego.
Los herederos: corazón de colibrí cierra esta primera temporada el viernes 4 de agosto a las 21hs en el teatro El Galpón de Guevara.
M. Andrea Soto
