| BUENOS AIRES |
El Funeral de los objetos es un musical creado por Nicolás Manasseri y Fernanda Provenzano. La obra cuenta con la actuación de los mismos creadores y de Martina Alonso, Víctor Hugo Araguás, Rafael Escalante, Eugenia Fernández, Matias Zajic y Daniela Rubiatti, quienes están acompañados con piano en vivo a cargo de Facundo Cicciu.

En un consultorio se encuentran dos mujeres, Sarita (Rubiatti) y Zulema (Alonso), a la espera de tomar una terapia innovadora para superar el apego a bienes materiales. Al recinto van llegando otros personajes, cada uno con una personalidad peculiar, con el mismo propósito. Marta (Fernández), Florencio (Araguás), Juan (Manasseri) y Rafael (Zajic) llevan consigo un objeto del cual quieren desprenderse, pero aún no han sido capaces de hacerlo. En medio de la espera, cada personaje se presenta y expone parte de su perturbadora existencia. Cuando el coach (Escalante) aparece se inicia la terapia grupal.
El musical está divido en cuadros donde cada personaje construye un vínculo con su objeto para exponer las razones de su dependencia. Los contrastes entre el drama, la comicidad, los gags ejecutados y la música en vivo, permiten dimensionar y comprender el duelo que genera el abandono a un bien material.
La puesta de Manasseri y Provenzano es equilibrada por darle protagonismo a los momentos cantados, las coreografías y los juegos escénicos que dinamizan la acción. Existe una sinergia en todo el elenco, lo cual, hace que las acciones físicas y las convenciones creadas sean verosímiles y respondan al momento dramático que se vive. La obra también cuenta con la construcción de imágenes poéticas que permiten resignificar el propio objeto, dándole mayores posibilidades dentro del juego escénico.
El diseño de luces es afortunado porque logra ser un apoyo emocional de acuerdo con cada momento de la acción. Es así como en uno de los primeros cuadros, dedicado a contar la experiencia de Sarita, se logra un ambiente íntimo y conmovedor. Las lámparas de casa acompañaban el monólogo de la actriz y la vulnerabilidad que representaba para el personaje abandonar las cartas de la abuela. En otros momentos del musical, los reflectores complementan emociones totalmente opuestas, como es el ritmo caótico y al borde de la esquizofrenia. Esto sucede cuando existe la negación absoluta a “soltar” el objeto y la terapia de choque es inminente.
Los colores del vestuario también permiten distinguir a cada personaje, dándole una carta de presentación acorde con su perturbación. En cuanto a la escenografía y la utilería, cada elemento cumple una función dentro de la puesta y en pro del juego escénico. La escalera, por ejemplo, sirve para recrear un texto dramático sin finalizar; el sofá, además de servir para sentarse, también se emplea como elemento constructor de imagen poética. Cada elemento en escena es un compañero más que apoya la acción.
El funeral de los objetos es un musical que usa muchos recursos teatrales para reflexionar sobre el apego y la construcción del ser humano en relación con lo material. La obra se encuentra en su cuarta temporada y este miércoles 24 de abril es su última función a las 20hs en Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660).
M. Andrea Soto
