Esta película está dirigida por Glendyn Ivin y sus protagonistas son Naomi Watts, Andrew Lincoln y Griffin Murray-Johnston. En «La familia Bloom» el director te hace pensar y reflexionar de que la vida te puede cambiar en un instante. La trama, que de primeras podemos ver que es una película de superación personal, puede parecer otra producción más de género dramático y con un final feliz, pero realmente va mucho más allá.

Una historia de superación con un emotivo drama de sobrevivencia, frustración, duelo, superación y muchas adversidades son las que hace la historia real sobre Cameron Bloom y Bradley Trevor, un film excepcional. Naomi Watts se encarga de interpretar a la protagonista de la historia (la apodaron Sam Bloom) y su brillante actuación hace que la película cobre un gran realismo y sea de lo más inspirador para el espectador. Esta historia real va sobre el viaje emocional de Bloom después de quedar paralítica en un accidente y lo que conlleva este cambio tan importante, tanto para ella como para el resto de la familia. Todo cambia cuando Penguin, una urraca herida que no puede volar que se encuentra el hijo de Sam, entra a formar parte de la familia y se crea un vínculo especial entre Bloom y Penguin.
Sí que es cierto que hemos visto en el cine muchas veces esta fórmula, y que de algún modo no hay nada de innovador en esta historia. Una persona muy activa y con una feliz vida que, a causa de una gran tragedia cae en depresión y pierde el interés para seguir hacia delante. También me gustaría destacar que, por otra parte, el hecho de que se haya incorporado un personaje protagonista tan inusual como es una urraca hace que llame más la atención del espectador, sobre todo por la moraleja y esa lección que se va desarrollando a lo largo de la película sobre la vida y todas sus dificultades. Hay dos escenas que creo que hacen esta película muy satisfactoria y muy recomendable de ver. Una de ellas es cuando Penguin al principio lo que hace es chirriar y molestar por toda la casa, especialmente a Sam. Ella sale finalmente de su habitación y recorre toda la casa con silla de ruedas, mientras Penguin va haciendo travesuras por donde quiera que va: picoteando a un mono con calcetines, tirando jarrones… Al final tanto Sam como Penguin tienen un contacto con el exterior, fuera de la casa, y es a partir de ahí cuando empieza su bonita relación de superación.
No cabe duda que la fotografía de “La familia Bloom” es impresionante e impecable. Esos paisajes, la casa donde se encuentran y las escenas de la urraca y Bloom hacen que entremos mucho más en la historia y sea visualmente muy placentero. De la mano va también la BSO del film, ya que bajo mi punto de vista le ha dado el dramatismo necesario (sin exceso de este) para intensificar las escenas más duras y emocionar al espectador. El diálogo por otra parte creo que todo y dar lecciones y moralejas sobre la vida y como de importante es la familia y la autosuperación, se queda muchas veces en la superficie y trata los temas de manera cliché, sin ir más allá y matizar en cada escena que es lo que tienes que aprender sobre la vida, por lo que en algunas escenas me hubiera gustado que se de más importancia a los silencios y las miradas que a los diálogos.
Todo y ser una película bastante predecible, hay una cosa que nadie puede negar, y es esa capacidad de cautivar a los espectadores y conseguir conectar con el público. Es muy posible que sea gracias a la gran dirección de Glendyn Ivin y cómo es capaz de transmitir esta historia real en la gran pantalla. Pero si tengo que resaltar el punto más importante para mí, sería la perfecta e impecable actuación que hace Naomi Watts y cómo esta logra transmitir todas las preocupaciones y el dolor de este cambio tan dramático en su vida; y la actuación de Andrew Lincoln como espeso que pese a cualquier adversidad ahí está apoyándola y viviendo el dolor de una familia en crisis. Gracias a Penguin, la gran estrella de la película, esta logra llegar a lo más profundo de nuestro corazón y hacer de este film un gran aprendizaje de la vida y nos enseña a valorar mucho más a la familia y amigos y amigas que te rodean.
Abel Cruces
