OMG! Comedia, drama, música, giros argumentales; OFI (Otro Fatal Intento) nos exhibe un poco de todo en una obra de tan solo cincuenta y cinco minutos.
Bajo la dirección de Agustín Soler, la asistencia de Turki y la producción de Cirque de Soler; la función logró llenar la sala y causar carcajadas y lágrimas.
Berta Barsh (Valeria Maldonado) se nos expone como una mujer exigente y fría que odia su vida y, en especial, su trabajo. Su torpe y bobo asistente, Murphy (Abril Piterbarg), le informa que recibirá la visita de un joven llamado Artur Puig (Ignacio Zabala), quien se presentará para una entrevista laboral.

Desde el primer minuto, nuestra protagonista causa risa con sus gestos y las situaciones que atraviesa. Murphy interrumpe la reunión en varias ocasiones para hacernos reír con sus boberías mientras sentimos algo de compasión por Puig.
La escenografía y el vestuario, a cargo de Celina Santana, están exquisitamente diseñados. Un mobiliario antiguo de mitades del siglo pasado, un portarretrato en forma de corazón sin foto, dos teléfonos, una botella de whiskey vacía, un regalo arrojado en la basura y una gran colección de banditas de plástico en el suelo son lo necesario para ambientarnos en una oficina decadente del siglo XX. Incluso el polvo que despiden los objetos está planeado para causarnos la sensación de observar un cuarto que se desmorona lentamente. Pero eso no es todo, un guante y unas flores son los elementos finales, y de valor poético, que logran torcer la trama hacia un rumbo jamás imaginado.
En cuanto a la vestimenta de los actores, sus ropas no solo nos transportan a otra época, sino que también nos muestran sus personalidades tan diferentes. La falda verde claro con el saco a juego, las gafas grandes y cuadradas, los zapatos de taco y la joyería vintage que usa Maldonado nos recuerdan la moda femenina que imperó en las oficinistas del siglo pasado. Zabala, con su pantalón y camisa blanca y un suéter gris oscuro, se percibe como un muchacho tímido e intelectual. Mientras que Murphy, con su bigote y su traje marrón oscuro, representa fielmente la estética de los ejecutivos de décadas lejanas.
La iluminación, diseñada por Lucas Orchessi, es otro factor bien planeado. Las luces varían entre el rojo, verde, banco, rosa y violeta, según la emoción que domine a los personajes en aquel momento. Además, se aplica para resaltar los cuerpos de los actores en situaciones determinantes.
La música de Santiago Blomberg también es digna de admirar, ya que se presta como efecto especial que rompe con la normalidad de la obra para presentarnos circunstancias delirantes. Otros sonidos, melodías y ruidos acondicionarán la historia y despiertan diferentes sentimientos.
Esta ingeniosa narración no solo asombra por su plot twist, sus efectos especiales, su vestuario y su escenografía, sino también por la increíble habilidad del autor para desarrollar una tragicomedia divertida y compleja con tan solo tres actores. La tríada demuestra sus destrezas durante toda la representación. Sin embargo, debo resaltar el talento de Abril Piterbarg para simular una voz masculina, fingir ser un hombre y provocar risotadas con sus gestos y acciones; y Valeria Maldonado, quien nos maravilla cantando, llorando, gritando y desarrollando un extenso y emotivo monólogo que logró que más de uno derramara una lágrima.
Recomiendo esta obra a todo aquel que quiera divertirse, reír y sorprenderse. Aunque no se la aconsejo a los menores de doce años por algunas de sus escenas.
Belén Cantorna
