Plantas de Interior o el Interior de las plantas
Plantas de interior es una obra escrita por Sol Rodríguez Seoane y llevada a escena por Aye del Valle acompañada en asistencia por Luciana Sapia. Cuenta con la participación de Jazmín Casaux como Ayelén, Julia Ferreiro como Rita, Agustín Friedt como Jerónimo, Martin Lerner como Maximiliano, Cristina Parpaglione como Emiliana, Facundo Tablar como Juan Carlos.

La obra narra la historia de seis personajes que por diferentes motivos deben convivir en un mismo lugar. El regreso de Jerónimo a la casa de Emiliana, su madre y dueña de la casa, es el detonante de una serie de conflictos que nos permiten conocer viejas relaciones amorosas, sentimientos de frustración, romances, secretos y anhelos de vida. Toda una serie de mutaciones que se dan al tomar decisiones y emprender un camino nuevo o retomar uno viejo, donde nada es estático, o como diría la canción “todo cambia”.
La puesta propone un ambiente íntimo donde el escenario está lleno de estibas y materas de diferentes tamaños. Una especie de lugar común que permite la acción de los personajes durante el desarrollo de la trama. Algo que jugó a favor del montaje fue la disposición del mismo teatro, al ubicarse en Timbre4 en la sede de Boedo, el espectador fue parte de la casa de Emiliana al entrar a sala. Los personajes que, en silencio, habitaban el espacio mientras el público se organizaba y esperaba el inicio de función, permitían crear una mayor privacidad, la sensación de estar en una casa compartida. En este caso, una sala compartida: público y grupo artístico. A esto se le suma el trabajo de Rocío Busca en cuanto al diseño y el plano de luces. La dimensión del espacio, además de proponer un lugar cotidiano, también era reforzado por los juegos lumínicos: ámbar, azul, verde, todo dentro de la cotidianidad del hogar para explotar y crear un mayor intimismo. Ilusiones sobre el paso del tiempo creadas desde lo técnico, entradas de luces fuertes -resaltando la presencia del sol- y, ventanas que se abrían. La presencia de la noche, del viento, del exterior invadiendo la casa, hasta la extrema desolación de quienes la habitaban a oscuras, como una vela a punto de apagarse. Ese fue el trabajo muy respetable de Busca.
Sobre las actuaciones
Hay algo en la obra que hace pensar en Anton Chejov por las pausas de pensamiento, por la cotidianidad, por los pequeños dramas silenciosos de cada persona. También hay algo remite a Tennessee Williams por la sutileza, pero, sobre todo, por las actuaciones. Esas donde pequeñas acciones develan algo que va más allá de la palabra, más allá de lo obvio. Y se menciona a Williams por la poética de sus acotaciones y la complejidad para asumirlas por parte de algunos actores y actrices. En este caso, la poética asumida fue la de Rodríguez y llevada al extremo por el grupo.
Cada integrante exploró desde el conocimiento de su cuerpo la relación o cercanía que podría tener con el personaje a interpretar. Esto se evidencia en las sutilezas físicas como la fuerza para dibujar un paisaje lejano solamente con la mirada, como es el caso de Parpaglione. La arbitrariedad de una mujer con muchos dilemas en su cabeza, asumido por Ferreiro. La ingenuidad en el carácter sin llegar a juzgar al personaje por parte de Casaux. Y en esto el elenco se complementa muy bien porque trabaja desde lo que es, es decir, desde una honestidad y respeto hacia el mismo personaje, como es el caso de Lerner al despedir a Maximiliano mientras se quitaba el suéter. Hasta la propia redención de Jerónimo al componer una pieza musical, una especie de “esto es lo que somos y debemos asumirlo”. Cada interpretación se compensaba muy bien pues, al finalizar la función, el público se queda con una imagen grupal y no sólo con el trabajo individual de x o y actor o actriz. Ningún personaje pasa desapercibido, ni siquiera el mismo Juan Carlos que no vive allí en la casa. Es decir, todo el grupo tiene un mismo objetivo y se evidencia en escena el resultado: plantas del interior.
“Últimamente no sé qué me pasa que me olvido de tomar agua” es uno de los textos de Maximiliano, la raíz de toda la obra, el hombre atrapado en su propio cuerpo, un cuerpo que empezó a marchitarse. La obra juego muy bien con la construcción verbal y los juegos metafóricos. Rodríguez en su dramaturgia propone deshojar cada frase para crear un mundo dedicado a Maximiliano y a todas aquellas plantas que no lograron florecer o que, por falta de agua, comenzaron a secarse hasta desaparecer. Plantas de interior es una apuesta hacia el teatro psicológico, pausado, «lento», pero no sin acción y dedicado a hacer zoom a la cotidianidad que pasa desapercibida aunque se esté inmerso en ella.
Plantas de interior Actualmente se encuentran finalizando su cuarta temporada en la sala de Timbre4 en Boedo 640, los viernes a las 23:15hs.
M.Andrea Soto
