Incertidumbre, encierro, claustrofobia, desconcierto, terror e impotencia son las sensaciones que vive una mujer encerrada en un apartamento. Durante toda la obra ella se encarga de reconstruir lo que ha pasado desde el momento en que entró al lugar escapando de la represión en su país. Una linterna, una cámara, notas de prensa, luces y el sonido de alguien más en el mismo espacio en el que se encuentra son parte del rompecabezas para descubrir qué está pasando, dónde está y porqué un teléfono suena constantemente.
Todos mis demonios me visitan al dormir es una obra escrita y dirigida por Luis Emilio Cerna e interpretada por Karina Nelson. El monólogo se estrenó el pasado 13 de noviembre en el Teatro Silencio de Negras. La pieza se centra en el recorrido que hace una documentalista entre el presente y el pasado después del estallido social hondureño y el impacto que causó años más adelante en su vida.

Plano general, plano detalle
Al ser el personaje principal una documentalista, el director, ha fijado su mirada en los detalles, los desplazamientos y las luces puntuales sobre determinados objetos. La actriz acompaña la mirada de la pieza desde la reconstrucción de su relato, recorriendo paso a paso cada rincón del cuarto, deteniéndose sobre la ventana para ver si la siguen persiguiendo y, escondiéndose de otra persona que también habita ese mismo lugar y que, al parecer, se encuentra dormida.
La disposición de la escenografía está dividida de acuerdo con las condiciones del teatro: una sala y al fondo una habitación pequeña que sugiere una profundidad visual. Gracias a esto se pueden mezclar varios lenguajes como el teatral, donde la actriz puede desplazarse por todo el lugar de manera coreográfica. El cinematográfico, en cuanto al uso de planos que, en un guion, pueden reflejarse en una especie de interior, retrospectiva y zoom; allí el ojo del espectador debe centrarse en lo que está sucediendo en el pasado-primer y segundo plano teatral-, y el presente -tercer plano-. Los anteriores focos se turnan de acuerdo con el movimiento físico de la actriz, quién, estará dividida entre la sala de estar y la habitación con un sofá y un teléfono, una especie de réplica en la habitación del fondo. Y, finalmente, el lenguaje lumínico, donde por medio de tonalidades ámbar, azul y rojo se genera una atmósfera de misterio y agonía constante, como si la luz también hiciera un recorrido para ayudar a la mujer a entender el momento cronológico en el que se encuentra.
El juego entre el tiempo presente y pasado permite adentrar a la pieza en un mundo onírico catastrófico donde, la dramaturgia, comienza a arrojar pistas sobre lo que sucede con la protagonista. Una excusa perfecta para hablar y/o denunciar la barbarie que ha tenido el abuso de autoridad, el exilio y la persecución política a manifestantes en un país que, desgraciadamente, podría ser cualquier país de América Latina. En este caso, la narración toma como protagonista a Honduras. Es así, como gracias a este deambular, la escritura reconstruye la memoria como si al cerrar los ojos, todas las imágenes de tortura y masacre se fijaran en el párpado del personaje impidiéndole escapar de la cruda verdad, la memoria de un país oprimido.
La pieza tiene un ritmo particular que se mantiene de inicio a fin. Es preciso pensar hasta qué punto el sueño se vuelve realidad y viceversa, hasta qué punto la duración puede acelerarse, repetirse o reiterarse hasta llegar al clímax de la angustia: la sensación de estar atrapada dentro de un sueño y despertar estando en otro. Esta premisa podría ayudar a pensar en los matices que, al caer en la palabra, podrían dimensionar más las imágenes y el impacto de estas en la actriz y, por ende, en la construcción del personaje.
Es una pieza que trasciende lo onírico para reflexionar sobre los estallidos sociales en países con extremo abuso policial y con pocas oportunidades de vida, donde la única manera de sobrevivir es la resignación o el exilio.
Todos mis demonios me visitan al dormir estará en temporada el 20 de noviembre, el 4 y 8 de diciembre en el Teatro Silencio de Negras, Saénz Peña 663, CABA.
M. Andrea Soto
