En el año 2003 Jordi Galceran escribió El método Grönholm, una obra de teatro de impacto mundial que ha sido llevada al cine y ha tenido numerosas versiones a nivel mundial. Este año el director Ciro Zorzoli ha re-estrenado la pieza con las actuaciones de Marina Bellati, Rafael Ferro, Martín Slipak y Julián Cabrera, todo gracias a la producción de Pablo Kompel.

La obra gira en torno a un nuevo tipo de entrevista laboral llamado el Método Grönholm, donde los candidatos deberán atravesar una serie de pruebas demostrando que son aptos para el puesto. Sin embargo, a lo largo de toda la trama se van descubriendo verdaderas intenciones de la prueba psicológica haciendo dudar al espectador sobre quiénes están en dicha oficina y quién podría ser el verdadero merecedor del premio: un empleo en una prestigiosa multinacional.
Galceran expone un mundo donde la ley del más fuerte es la base de toda la dramaturgia, haciendo que los personajes procuren pasar unos por encima de otros para obtener el galardón. En este ir y venir de estrategias, miedos, engaños y posibles alianzas, el dramaturgo muestra de manera ingeniosa el ser humano perfecto para laborar en un ambiente donde el capitalismo salvaje no tiene compasión ante la debilidad del otro.
A lo gran hermano
La pieza cuenta con un personaje externo que nunca aparece en escena, este personaje interactúa con los candidatos desde un más allá, es el o la encargada de suministrar todas las pruebas en cada nueva etapa del juego. Zorzoli hace uso de la escenografía para crear dicha interacción entre todos los personajes. Los recursos empleados van desde abrir y cerrar compuertas de manera futurista, encender luces cuando se avanza en una prueba y hasta brindar una merienda a modo de break durante el juego. Este personaje va guiando y develando de a poco cuál es el verdadero entramado de dicha entrevista. Adicional a esto existe un personaje externo, encargado de darle otro punto de vista a la obra, una dimensión donde la realidad se mezcla con la ficción: el espectador.
Si bien, es cierto que la obra no rompe la cuarta pared ni procura algún tipo de interacción entre actores-público, es necesario resaltar que al haber un personaje externo que guía a los demás, el espectador también es parte de ese mismo juego, pues, transita junto con los entrevistados cada uno de sus obstáculos, conflictos y pruebas que pone la empresa. Como si, de manera indirecta, el espectador hiciera parte de la experimentación de manera doble: viviéndolo como si fuera un candidato más -pues muchas de las inquietudes y enigmas se escapan de su conocimiento-; y también siendo ese ser omnipresente que ve cómo se desarrolla la batalla por la mejor opción para el empleo. Muy al estilo de reality show.
Es clave resaltar que las actuaciones son medidas en tanto que el texto resalta sobre los juegos escénicos, apoyando toda la pieza en el teatro discursivo donde el punto de vista y la palabra es el fuerte de todo el montaje escénico. Las actuaciones son medidas y logran conectar con el espectador, produciendo desde una profunda comprensión, hasta el desprecio por ese ser tan despreciable que no mide sus emociones para ponerlas a favor del juego.
La pieza invita a reflexionar entre risas y murmullos muchos temas tabúes en torno a la contratación y la precariedad. Uno de los temas y la razón de ser de la dramaturgia es la invasión de multinacionales en regiones donde la empresa local queda en bancarrota convirtiendo a los ciudadanos en seres salvajes que están dispuestos a todo con tal de ganar y asegurar un contrato que le permita sobrevivir en un mundo capitalista salvaje: el ideal del trabajador que da todo por su empresa sin importar si en ello se pierde cierta humanidad. Adicional a esto, se tocan temas como la vejez, el orgullo lgtbiq+ la muerte y los traumas infantiles, todos como una especie de baraja de póker: ábrete al mundo laboral en todos tus sentidos y te diré dónde puedo atacarte para vencerte. Sería indispensable preguntarse cómo podría aplicar este juego de entrevistas en la actualidad, donde, las redes y modos de sustentación y sobrevivencia se están expandiendo a la tecnología como esa gran multinacional capaz de dar un sustento económico, por ahora.
La obra tiene ritmo de inicio a fin, lo que hace que se disfrute y se enfoque la atención en el discurso de cada personaje. Las actuaciones son bien logradas en tanto que logran conectar con la organicidad del grupo de actores. Hasta el final cuando, luz y actuación son precisas para dar el cierre que merece la pieza: dejar la inquietud sobre la realidad al espectador.
El método Grönholm se presenta en el Paseo La Plaza, Av. Corrientes 1660 en la sala Neruda del 25 de enero al 12 de febrero en diferentes horarios.
M. Andrea Soto
