Una experiencia audiovisual total
El pasado domingo en el histórico Luna Park, se realizó una muy especial proyección de una de las obras más icónicas del reconocido director Steven Spielberg. Y es que esta no fue cualquier proyección; el memorable score que ha compuesto una de las personas más importantes de la música incidental, John Williams, fue interpretado en vivo por la orquesta sinfónica dirigida por Damián Mahler, mientras imagen, diálogo y sonidos corrían en la pantalla y parlantes.

El espectáculo se llenó de fanáticos y fanáticas de la película, la cual cumple 40 años de existencia en este 2022. La nostalgia invadía por un lado, entre muñecos del entrañable extraterrestre protagonista y remeras con los pósters del film. Pero también ha sido gran parte del público familias con pequeños que quizás, iban a disfrutar de la película por primera vez. Pese al paso del tiempo, la historia contiene mensajes vigentes y actuales que son representados en esas escenas que perduran en la memoria de muchos. El público en general ha respondido con gran entusiasmo a la propuesta, aplaudiendo en momentos claves y al momento de aparecer tanto el director de la película como el compositor de la música en los créditos del comienzo.
Poder llevar la sincronización entre música e imagen es una tarea difícil, y aunque parezca extraño, es tan antiguo como el inicio del cine. Las primeras producciones cinematográficas no contaban con la posibilidad de incluir sonido y música en conjunto con la imagen, por lo que solía ser común la interpretación de música incidental para resignificar los fotogramas. En el caso de esta proyección-concierto, el director de la orquesta utilizó un sistema en una pantalla que el mismo John Williams ha utilizado para grabar sus composiciones para películas. Se dividió la proyección con un intermedio, luego de uno de los momentos cúlmine del film; aquel donde los protagonistas, Elliot y ET vuelan en la bici con la enorme luna como escenario de fondo.
No quiero dejar de señalar que Williams es un compositor con un amplísimo abanico de recursos, que retoma técnicas compositivas de diversos períodos musicales occidentales, y las pone al servicio de la narración de una historia. A veces olvidamos que una película implica la retroalimentación significativa de la imagen con el sonido, y que en realidad cuando vemos un film, lo estamos audiovisionando, a falta de otro término. Sin embargo, las piezas realizadas por este compositor nos hacen recordar que la música y los elementos sonoros son claves a la hora de contar. Desde recursos de lo atonal para los momentos más misteriosos, hasta altas intensidades para momentos de tensión, pero sobre todo, esa melodía que todos tenemos en la memoria cuando pensamos en E.T., cuando el “hombre de la luna” hace su magia, ese leit motiv que se transforma según la ocasión, que es lo que hace que esta película sea totalmente memorable.
Y la interpretación de esta música en vivo fue intensa, acorde a la emoción que inspira el film en su totalidad, en la experiencia de ver y oír esta obra tan valorada por generaciones enteras. Desde el inicio hasta la música que acompaña a los créditos, las partituras pensadas por John Williams para esta película han sido honradas en un espectáculo que apuntó a revivir recuerdos, y a ser una experiencia audiovisual emocional, tanto para aquellos a los que E.T. les ha marcado de una manera significativa, como también para quienes la han visto por primera vez a través de una propuesta distinta que la que ofrece una sala de cine.
Melisa Olivera
